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EL CABALLO DE O'HIGGINS

PRESELECCIONADO
Autor: Natacha Francisca González Sepúlveda
¿De que color es el caballo de la estatua de O’Higgins?
Esa fue la pregunta que nos descolocó a todas en la sala de clases, ¡¿que tenía que ver con la historia de Concepción aquella pregunta tan absurda?!
Podría ser verde o ploma, ¡como todas las estatuas!…
El silencio se apoderó del aula y 45 alumnas no perdían de vista al profesor de historia que las miraba ansioso.
- Para que se den cuenta de que ven pero no observan – nos dijo- soltando una carcajada.
Sonó el timbre que anunciaba el final de la clase. Nadie se movió, nadie habló, ¡¡¡¡¿de que color es el caballo?!!!!
Es cierto, vemos pero no observamos, el centro de Concepción está lleno de cosas que escapan a nuestra atención, el sistema nos consume y el estrés se apodera de nosotros, el trabajo, el estudio, el futuro…
Preocupaciones y consumismo v/s cultura tradicional… creo que hace mucho que está perdiendo la cultura…
Al salir de clases pensaba en esto y sin darme cuenta llegue a la plaza
de armas, ¡el caballo! ¿Dónde estaba?
Miraba sin encontrarlo y por fin ví la estatua…
… ¡¡¡O’Higgins no tenía caballo!!!




DESDE LA AZOTEA

PRESELECCIONADO
Autor: Patricio Fierro Mora

El diluvio que , hasta ayer se había extendido por más de dos meses , dejaba a la ciudad sumergida como una gran laguna contenida por el cerro Caracol ,en el fondo , y a lo lejos una leve puntilla que correspondía al Chepe. Del cerro La Pólvora ya no se tenía la más leve referencia.
Moteada de azul y blanco, por el reflejo del cielo con viento sur, el agua recortaba la línea del horizonte desde lo que había sido el río Biobío, hasta intersecar la silueta de la isla Quiriquina, allá, lejos, en el mar. Era, a fin de cuentas, un gran espejo acuático, desde cuya su superficie, se asomaban tímidamente las cúspides de los edificios más altos.
Absorto en ese sueño de ojos abiertos, de improviso, desperté. Un sonido incesante por el aleteo mecánico de unas aspas rasgando el aire frío de aquella tarde pálida de julio, eran el motivo del descenso a la realidad.
Así supe que estaba salvado: habían venido por mí desde el cielo.






CONCEPCIÓN EN DOS RUEDAS

PRESELECCIONADO
Autor: Javier Eduardo Lastra Concha


“…Jajajaja, tienes razón. Eran buenos tiempos aquellos…¿Te acuerdas de la vez que llegamos a la antena del cerro Caracol?... Sí, yo era asmático todavía…¿Y cuando atravesamos el puente Llacolén de noche?... Exacto, fue cuando nos persiguieron esos “flaites” y a ti te retaron en tu casa…Bah, “aperrados” nomás. Pero mi favorita fue esa carrera que hicimos…Sí, desde el estadio hasta…No, fue más allá, ahí por la plaza Perú… Sí, po’. Pero en ese entonces nos despertábamos temprano. No pasaban muchos autos… ¿Que cómo estoy? Bien, supongo. El yeso me lo quitan la próxima semana… No, para nada. Voy a andar con más cuidado para la próxima, eso sí… Por suerte me acompañabas ¿No alcanzaste a anotar la patente?... Ah. Bueno, “filo”, lo importante es que estoy vivo y pronto haremos ese paseo de nuevo…Demás po’. Después de todo, Concepción no es tan malo para los ciclistas, ¿verdad?... ¡Así me gusta! Ya, ahora tengo que cortarte, supuestamente debería estar descansando. Cuídese, compadre… Igualmente. Saludos…”




CLAUDIA, VOY A COMPRAR CIGARROS

PRESELECCIONADO
Autor: Jorge Mauricio Montecinos Toloza

Recién pagado y con una sonrisa de oreja a oreja. El recorrido partió en la tita, cervezas y cigarros por doquier. Luego partí para el centro, alegre . Allí, fui para el triciclo, me topé con Andrea, que bella estás Andrea, ¿te acuerdas como nos amamos aquel 18?.Un Pampero ameritó el encuentro.
Seguí en la senda, y pasaba por el edificio amanecer, “Inferno” era el nombre del café con piernas. Llegué justo en el minuto feliz.
Salí y tomé un taxi para el barrio estación, con el ánimo abarrotándome las entrañas. En la puerta del 592 estaba un amigo, pasé gratis. Arriba, el destino me juntó con Amatista , la locura misma. Nos fuimos al baño, besos furtivos, su lengua soltó una pastilla, la llamó “ex”. Creo que de éxtasis.
La música la sentía diferente, los colores me llenaban los espacios como cascadas multicolores. Me reía de la situación.
Salí como pude. Caminaba y la calle revoloteaba a mi alrededor.
En “Don Pedro” , mientras tomaba una caña de vino, algo pasó ;transpiraba como animal, todos me miraban, yo sólo gemía en voz alta, gritaba mi dolor, gritaba estar perdiéndolo todo. Adiós Claudia. Se me acabó la fiest...vida.




CAMINATA EN LA CUIDAD

PRESELECCIONADA
Autor: Juana M.

Ellos caminan a la par por dos sendas distintas, mientras el esta en Plaza Perú buscando borrarse, en los bares del sector llenándose así de mundo y de historias. Ella camina por Barros observando y mirando todo lo que pasa, a lo mejor las estatuas del paseo peatonal tienen las respuestas. Ambos van con un mismo sentido pero a la vez separados, es probable que se topen mil veces en el día pero no se dan por entendidos que es una señal de la ciudad, que los quiere ver juntos.
Solo en la noche, en esa caminata nocturna cuando el inconsciente manda y la pasión sale a flote, los cuerpos se desnudan para entender la naturaleza del alma .Esa noche llena de silencio en la plaza, de cartoneros en barros y mendigos borrachos por Rengo. Hace entender que hay algo más de lo que los 2 son parte y miran con los mismos ojos.
Me encanta caminar y mas de noche…. sobre todo si estoy a tu lado.
Podría caminar toda mi vida al lado tuyo pero tu nunca te vas a dar cuenta que la plaza tenia flores y vida ,que el cartonero era un guardián de la ciudad y los borrachos eran narradores de historias en fin siempre fue de día ,fue luz y sobre todo vida.




BOCA ABAJO

PRESELECCIONADO
Autor: Patricio Fierro Mora

Y allí estaba de nuevo. Con sus orificios nasales a tres centímetros del pavimento rugoso. Desprovisto de las dos piernas, no tenía más bienes que una vieja caja de zapatos para recolectar su inexistente ofrenda diaria. Sin ruidos, sin gritos, sin el constante “¡el kino se acumuló!”, ni las quejumbrosas súplicas de limosna de los mendigos, que se escuchaban a lo lejos como una letanía. Sin el murmullo del fluir incesante de los transeúntes por el paseo Alonso de Ercilla, donde la gente se desplaza pausada y tímida por los bordes, entreviendo hacia las vitrinas de los locales; y que, rauda, pasa por su centro, presurosa e indiferente, mostrándose ante la ciudad. Sin embargo, estoico seguía él, en el ojo de todo, quieto, callado, humilde, concentrado, ausente. Orando, a la manera que los musulmanes lo hacen, abajo, en su estrecho oasis de paz, dentro de un desierto hecho de gente apurada que habita una pequeña ciudad contenida por sus cerros, al sur del mundo.
Así averigüé, un día semanal cualquiera, quién era el Santo de aquel concurrido lugar.